miércoles, 21 de enero de 2009

Nuevo comienzo

De eso se trata, ni más ni menos.

Hace años dejé colgados los pinceles por mi carrera científica, y después por un laboratorio y las letras, con las que me apasiona dibujar. Y después por otro laboratorio, y la tesis y los cientos de proyectos en los que me meto. Pero alguien me inspiró y me provocó un cosquilleo en los dedos, y un día compré un lienzo en blanco con un título en la cabeza y cogí un lápiz muy preocupada. Llegué a dibujar la escena y darle color al cielo. Y ahí me quedé. Después de que Claudia nos dejase, por alguna razón no pude escribir una línea más que para ella, pero sentía la necesidad de terminar la ilustración, ya que fue ella la causante directa de su existencia.

Y aquí está. No es gran cosa pero estoy contenta. Y esto se lo debo a Claudia, así que, amiga mía, te lo dedico a tí. Espero que esta ilustración forme parte de un cuento, y ése, algún día, también te lo dedicaré a tí.





Es curioso cómo tratamos de compensarle a Claudia todos los días que ella debería estar viviendo. Pero hay algo profundamente bonito en ello: que ella se fue habiendo inspirado a mucha gente, dejando mucho amor a su paso. ¿Cuántos podemos decir eso?. Deberíamos vivir la vida acumulando amor, ideas bonitas y momentos cálidos, como si fueran cromos o dinero o ropa o CDs. Esos momentos fugaces que parecen perderse en el tiempo son los que de verdad permanecen para siempre y crecen sin darnos cuenta. Quizás nunca sepamos qué ha sido de ellos, pero ahí están: germinando en silencio y dando frutos inesperados.